Archive for the ‘Relatos’ Category

Aquella vez que me cagué (4º parte)

Busqué en la guia telefónica el número de Jesús. Por suerte allí estaba.
Marqué todos sus números menos el último. No estaba seguro de lo que estaba haciendo. ¿En realidad esa era la solución? ¿Mariñas era la esperanza para salvar a la humanidad?

-«¿Diga?». Escuché al otro lado del teléfono. No era posible, no había marcado todos los números.
-«¿Jesús Mariñas?». Dije como con miedo.
-«Si efectivamente guapo soy yo, quien va a ser si me llamas a mi».

Le comenté que no había marcado el total de sus números y me dijo que le había pedido a telefónica que le diera un número con un dígito menos porque todos los que le llamaban se lo pensaban dos veces. No me sorprendió.
Le conté lo que pasaba y accedió a ayudarme, pero con una condición. No quiso decirme cual era, si quería su ayuda tenía que hacer lo que fuera.
Pensé por un instante en todas las perversiones que se le podrían ocurrir a Mariñas. Pero estaba en juego la humanidad. Y si bien yo lo hacia por vengarme de Eva y José, quedaba mejor decir que era por salvar la humanidad, así que acepté.

Mariñas me dijo que tenía un plan, pero necesitamos ayuda.
Yo no quería llamar a nadie más. Y además me daba miedo pensar en que quisiera llamar a Karmele Marchante o alguien así.
Al final me convenció. Llegó un momento que hubiera hasta pagado porque se callara de una vez. Hubiera llamado hasta a María Patiño si me lo hubiera pedido. Que pesado que era.
Cuando me dijo a quien quería llamar tuve que sentarme. Hubiera preferido a Karmele. Esto se me estaba yendo de las manos. Pero ya no había marcha atrás.

Teníamos que llamar a Kiko Matamoros.

Continuará…

Aquella vez que me cagué (3º parte)


¡Oh Dios mio! Coronado hablaba en serio. La verdad que siendo sincero no me importó mucho. Ya me veía yo repoblando la tierra con Eva González. Y pensando en ello estaba cuando Coronado me zarandeó y me preguntó si iba a ayudarle. Naturalmente dije que sí. Que se muera el mundo entero, ¡yo me voy a tirar a un pivón!
Procedió a contarme el plan. Tenía que ir a buscar a Eva. El nombre en clave que me dió para la misión fue «Adán». La verdad que aunque lo intente nunca ha sido muy gracioso. Luego me daría un «Activia» con una receta secreta diseñada por él que haría que mi mierda fuera radiactiva. Y al cagar, la mierda pasaría de cloaca en cloaca reproduciendose y haciéndose mortal para el ser humano. Nosotros dispondríamos de unas mascarillas especiales para evitar la muerte. El plan parecía sencillo. Lo único complicado era ir a buscar a Eva, no sabia donde estaba. Podría tardar días, incluso semanas, ¡o meses! ¿Cómo encuentras a un famoso? Es una tarea complicadisima.
Al caer la noche, cansado ya de recorrerme Madrid de arriba abajo buscando a Eva, decidí volver a casa. Y cuando el reloj dio exactamente las doce empezaron a salir famosos del suelo, eran como setas. Decidí seguir a unos cuantos que se encaminaban hacia una discoteca. Fui hacia la barra y no me podía creer mi suerte, allí estaba Eva, bebiendo y bailando con un montón de famosos. Joder, si estaban todos allí. La conté mi plan y aceptó sin pensárselo. Por lo visto estaba enamorada de José Coronado desde «Hermanos de Leche». No sabía que esa serie en realidad la viera alguien.
Cuando regresé con Eva, Coronado se puso muy contento y empezó a abrazarla y a darle besos. Veía peligrar mi polvo con Ella. Quizá sólo me querían para que cagara y eran ellos los que querían repoblar el mundo. Por ahí si que no pasaba. Yo no iba a matar a todo el mundo para que ellos dos fueran luego los que se lo pasaran bien. Estaba decidido a joderles los planes. Pero para ello necesitaba ayuda. Necesitaba al terror de todo famoso. Era duro pensar que tenía que pedirle ayuda, pero el destino de la humanidad estaba en peligro y era la única solución. Tenía que llamar a Jesús Mariñas.

Continuará…

Aquella vez que me cagué (2º parte)

Cuando la cosa ya se estaba poniendo caliente, más bien era yo el que se ponía en dicho estado gracias al articulo de ciencia, José Coronado dijo algo que me apartó de mi lectura. Quería que sólo tres personas sobrevivieran a la catástrofe. Él, yo, y la que denominó como la mejor actriz que había parido nuestra madre patria. Hay que ver que raro habla José Coronado. Dejé la revista a un lado, muy a mi pesar, intrigado por quien sería esa actriz de la que hablaba. Posiblemente se trataría de Carmen Maura, o de Maribel Verdú. O quizá Blanca Portillo. Oh Dios sí, sería ella. Ella sin duda tenía que ser la mejor actriz que había dado España, sí, sin duda debería de estar hablando de ella.
Coronado seguía hablando del poco respeto que le daban a esa actriz, y lo mal que la trataban. Lo mucho que se merecía llegar a lo más alto. Sólo dejó de hablar cuando me miró incrédulo al preguntarle de quien estaba hablando. Me dijo con un tono sentenciante que era un ignorante, que como hacia semejante pregunta. Con eso de que tenía mi vida en sus manos estaba de un crecidito. Y lo que a continuación sucedió me dejó muerto. Coronado entre lágrimas dijo: «La mejor actriz que ha dado España es Eva González».

¿Eva González? ¿Eva González? No daba crédito. Si esa chica sólo servía para que la metieran unos cuantos goles, y ni eso. Si hasta Iker se cansó de ver esa portería. Coronado debía estar bromeando, o ¿hablaba en serio?

Continuará…

Aquella vez que me cagué (1º parte)

Hoy os voy a relatar una historia escalofriante.

Aquella vez que me cagué. (Imaginaros una música siniestra acompañando la lectura)

Estaba un día cualquiera sentado en mi sofá, devorando una de esas revistas donde tanto se aprende (MAN, FHM…) Cuando sin venir a cuento algo en mi interior estaba cambiando. Me sentía tan raro. Era como si algo dentro de mi se estuviera revolviendo. Quizá un alíen se había apoderado de mi cuerpo. Cuando me debatía entre la vida y la muerte, de mi interior salió José Coronado. No daba crédito a lo que acontecía. Pensé en que la muerte disfrazada de actor en declive había llamado a mi puerta. Pero nada más lejos. Él quería algo de mi. Quería que junto a él dominará el mundo sembrándolo de mierda putrefacta. Quería vengarse de toda la gente que le daba de lado. De la gente que no apreciaba su talento. Incluso quería vengarse del punto «Activia», que por su culpa ahora todos hacen la broma de decir: José Coronado es un actor de «mierda». Yo le intenté explicar que esa broma ya venía de antes, pero no quiso escucharme.
No sé muy bien que me explicó, porque se puso muy pesado y decidí seguir leyendo el articulo de ciencia de la revista: «Pechos descomunales desafian la gravedad».

Continuará…

Una historia real.

Muere un niño de 8 años ahogado en una piscina.
Ya son dos los niños fallecidos en piscinas en lo poco que llevamos de temporada. Esto es común en verano, pero la noticia de hoy me ha dejado con el culo torcido.
Os la voy a relatar. Sé que os he jodido el final, pero os aguantáis.

-¡Papá tengo calor!-


calor

Una escalofriante historia basada en hechos reales. Los nombres son ficticios para proteger la identidad de los implicados.


Todo ocurre en una mañana calurosa de Madrid. Luis Lucas, padre de dos retoños, Blanca Isabel y Luciano José, de cuatro y ocho años respectivamente, se dirigen a dar uno de sus bellos paseos matinales.
Los niños repetian y repetian. -¡Papá tengo calor! ¡Papá tengo calor!
El calor era insoportable, y Luis Lucas, Lulú, como gustaba que le llamaran, decidió que si seguía exponiendo a sus hijos al sol acabarían derretidos y pegados a la acera. Lulú era un buen padre y quiso llevar a sus hijos a la piscina.
-Papá, ¿cómo iremos si no tenemos dinero? Dijo Luciano José.
El padre se arrodilló delante de sus hijos y con lágrimas en los ojos les dijo. -Hijos mios, no tendremos dinero, pero yo jamás os privaré de los placeres de la vida.
Y acto seguido se encaminó orgulloso hacia una piscina privada que estaba todavía cerrada.
Una vez frente a ella saltó la vaya y desde dentro les dijo a sus hijos. -Vamos pichoncitos entrar.
Los niños sabían que actuaban mal, pero su padre era feliz así y decidieron seguirle.
Una vez dentro Luciano José sintió mucha calor y se acercó a la piscina con la intención de refrescarse. Alargó la mano, pero como era un niño de ocho años con su brazo de niño de ocho años no llegó, y se cayó al agua.
Blanca Isabel al ver que su hermano luchaba ferozmente contra el agua enloqueció y decidió hacer lo que mejor sabia. -¡¡PAPAAAAAAAAAA!!
Blanca Isabel gritó y gritó llamando a su padre. Lulú que siempre acudía a su llamada cual perro fiel, vio como su hijo se debatía entra la vida y la muerte dentro de aquél cubículo lleno de tan refrescante como mortífera agua.
Lulú se acercó valiente al bordé, pero algo le frenó. Recordó que él no sabia nadar.

FIN.


–Actualizo con la noticia real dado que muchos me decís que no puede ser verdad–

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