…
Busqué en la guia telefónica el número de Jesús. Por suerte allí estaba.
Marqué todos sus números menos el último. No estaba seguro de lo que estaba haciendo. ¿En realidad esa era la solución? ¿Mariñas era la esperanza para salvar a la humanidad?
-«¿Diga?». Escuché al otro lado del teléfono. No era posible, no había marcado todos los números.
-«¿Jesús Mariñas?». Dije como con miedo.
-«Si efectivamente guapo soy yo, quien va a ser si me llamas a mi».
Le comenté que no había marcado el total de sus números y me dijo que le había pedido a telefónica que le diera un número con un dígito menos porque todos los que le llamaban se lo pensaban dos veces. No me sorprendió.
Le conté lo que pasaba y accedió a ayudarme, pero con una condición. No quiso decirme cual era, si quería su ayuda tenía que hacer lo que fuera.
Pensé por un instante en todas las perversiones que se le podrían ocurrir a Mariñas. Pero estaba en juego la humanidad. Y si bien yo lo hacia por vengarme de Eva y José, quedaba mejor decir que era por salvar la humanidad, así que acepté.
Mariñas me dijo que tenía un plan, pero necesitamos ayuda.
Yo no quería llamar a nadie más. Y además me daba miedo pensar en que quisiera llamar a Karmele Marchante o alguien así.
Al final me convenció. Llegó un momento que hubiera hasta pagado porque se callara de una vez. Hubiera llamado hasta a María Patiño si me lo hubiera pedido. Que pesado que era.
Cuando me dijo a quien quería llamar tuve que sentarme. Hubiera preferido a Karmele. Esto se me estaba yendo de las manos. Pero ya no había marcha atrás.
Teníamos que llamar a Kiko Matamoros.
Continuará…
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